“Iabo utdedra libelabel Ulden nat oikomenikat Elo, un nat nira bo drameg Gunden u antromorfikat Gemen”

Da lef Ianda bo Darg. Ursula K Le guin

junio 15, 2011

Ritos y ceremonias

Los cielos de Metón.

No cabe duda que un mundo con un firmamento tan variado en fe­nómenos celestes, produce en la cultura que lo puebla,  un sin fin de inspiraciones de orden místico, social, filosófico o existencial.
Una luna gigante que ocasiona eclipses constantes y magníficos,  además de  mareas  colosales o un planeta gaseoso, muy próximo, que cada 12 años se acerca notablemente, brillando en los cielos con luz violácea y fan­tasmal; son quizá los más fuertes  elementos para estas inspiraciones.
Metón tiene un satélite con  casi la mitad de su tamaño, esto hace que la idea de “noche” tal como la conocemos , sea distinta en el planeta. Si agregamos a esto que esa luna está poblada por vida vegetal y animal y que su faz  es cambiante porque gira sobre sí misma, hay una diferencia sustancial comparada con la vista de nuestra luna muerta y su cara fija respecto de la Tierra.
Celebraciones como “El Año Mayor”, las vigilias de las “Noches sin Sîma”, merecen descripciones completas junto con las fiestas estacionales o los ciclos de las cosechas.  Algunas de ellas hemos intentado describir en este ensayo que preparamos.

El año mayor

Esta celebración abarca variados aspectos del quehacer sociocultural del planeta, aunque dependa de un fenómeno astronómico que se repite cada 12 años cuando el planeta Etosia, el único gigante gaseoso del sistema Zel, se acerca a Metón durante el afelio.

La órbita del gigante es casi circular  en cambio la de Metón es elíptica, esto determina que,  mientras los dos planetas giran alrededor de la estrella madre, sus distancias se modifican según Metón se aleje del sol hacia su punto de afelio. Cuando esto ocurre, cada doce años, las órbitas se aproximan y Etosia se hace enorme el cielo de Metón.
El fenómeno siempre se produce en invierno porque las estaciones de Metón dependen de la distancia a Zel y no de la inclinación del  eje del planeta.
Cumplido este ciclo, la cultura metona festeja el “año mayor”, es decir un período entre cada apogeo  de Etosia.
Este lapso, regula muchos aspectos de la vida del planeta, el “año mayor” determina el cambio del lugar de sesiones de la Drima Continental, los ciclos de floración  de los árboles de Nalim, los celos de los kalontes o los festejos de fundación de ciudades.
Las noches de invierno  sin luna, sólo iluminadas por la luz violácea de Etosia en lo alto del cielo, son las esperadas por los grupos esotéricos que esperan el cambio de ciclo y la confirmación a las profecías del  poeta Belisio de Yilur.
Para un terrestre, el período equivale a 12 años, poco más de una década

Fiesta de las campanas.

Esta celebración es quizá un ejemplo acabado de la directa relación de los ciclos natura­les con la gran mayoría de acontecimientos  culturales metones.
En la planicie de Inga, en la costa occidental de Ekluria, el río Burna atraviesa un vasto  territorio plano que hace al cauce lento y meandroso  y donde crecen árboles de amplias copas, que bordean ambas riberas   proyec­tándose sobre el agua.
Durante la primavera metona, simultánea en todo el planeta, las co­pas de los árboles se llenan de flores que luego de fecundadas caen al agua para flotar llevadas por la corriente.
Kilómetros más abajo, el río atraviesa la ciudad de Ispora. Sus habi­tantes, con la llegada de los primeros calores, montan guardia sobre las aguas y esperan las primeras flores flotantes. El aviso de los vigías corre de boca en boca y llega hasta el campanero del edificio de la asamblea. El repique alerta a toda la población y sea de noche o de día los habitantes corren al río a recoger las flores que trae el agua, para llevarlas  a sus casas.
Si las flores están frescas y lozanas después del viaje, los augurios son buenos y las cosechas prósperas, si no es así y llegan maltrechas y mordidas por los peces o los pájaros, el año puede que sea duro.
A lo largo de siglos, esta fiesta perdura y la floración de los árboles determina el curso de los acontecimientos de toda las comunidades que dependen del río.
9–02–95

Vigilia de las noches sin Sîma

Durante el novilunio y especialmente en las tierras del sur de Zelidar, se iniciaron las prácticas de los rituales de vigilia nocturna, quizá originados en épocas protohistóricas.
Estos rituales  consistían en danzas y sacrificios de animales, especialmente feroces, que debían ahuyentar los espíritus malignos que asechaban en las noches oscuras.
La sangre de los animales feroces y la exaltación de las danzas, contrarrestaban el poder oscuro de lo desconocido y el temor a la oscuridad en definitiva.
Las vigilias, con variantes según las zonas, duraban las noches sin luna, en tanto que ni bien se dibujaba el cuarto creciente en el cielo, se procedía a quemar los elementos rituales en una hoguera.
Se trataba de ritos emotivos y sobre todo cargados de gozo y placer, abundaba la comida, los fermentos de frutas y el intercambio de presentes. De ninguna manera debía manifestarse temor, tristeza o dolor. Estos sentimientos podían alentar a las fuerzas oscuras a perjudicar las aldeas.
La bienvenida de la luna, la hoguera final y la primera noche clara, permitían a los pobladores dormir en paz hasta el próximo ciclo lunar.

Tiempo nocturno

La cultura metona tuvo con la noche un particular tratamiento, considerándola no solo un tiempo de receso físico, sino también una etapa de recogimiento y  concentración espiritual luego de las actividades del día. Esto no debe sorprender si se considera que por los relatos y datos escritos sobre la fisiología humana nativa, los metones dormían en comparación mucho menos tiempo que los humanos terrestres pero tenían una dedicación especial por los sueños, su control y su interpretación.[1]
De cualquier manera, la noche era tan especial para este mundo que se la recibía con un ceremonial muy elaborado que se desarrollaba no sólo en las casas  particulares sino también las instituciones que estructuraban la cultura metona.

Pareciera que la veneración deriva de los orígenes primitivos de la civilización y de los ritos de fuego que las tribus originales  mantenían  durante la caída del sol, la aparición de la luna y el próximo amanecer.
Algunas poblaciones modernas consideraron la noche como un tiempo vedado a los trabajos físicos y sólo permitidos para los servicios religiosos, las labores domésticas, los oficios artesanales  y el trabajo intelectual; que para el caso era considerado  una labor especial que merecía el privilegio de hacerse de noche.

Cualquiera fuera la interpretación que se hiciera de la noche, o las prohibiciones que reglaran el trabajo nocturno, la lámpara de aceite fue el símbolo de la hoguera primigenia  que mantenía alejada a las bestias y peligros de la noche y también el símbolo del control sobre el fuego;  luego de las etapas de nomadismo y de la adquisición del  control sobre el más poderoso de los elementos de la naturaleza. Así mismo la lámpara de aceite fue el objeto de uso imprescindible para cualquier hogar o institución metona a la hora de marcar el corte entre una mitad del día y la otra.

Especialmente en la vida doméstica, este siempre fue un objeto preciado en la casa y no podía ser comprado sino que debía ser obsequiado por vecinos o progenitores de los nuevos dueños de casa o fabricado por ellos mismos. Su reemplazo por rotura era también una complicada ceremonia y cualquier hogar debía tener un substituto por cualquier eventualidad.


El trabajo de fabricación debía ser siempre artesanal, usando metales nobles si se trataba de piezas suntuosas, porcelana o cerámica según se tratara de hogares más humildes.
Su ubicación dentro de la vivienda respondía a una estricta relación con la salida del sol  ya que siempre se los ubicaba en oposición a alguna ventana que orientaba al este, a fin de que la lámpara vigilara la salida del sol y se apagara cuando este asomaba por el naciente.
En algunas ocasiones se introducía dentro de un pequeño nicho en la pared correspondiente, generando un ámbito especial para la trémula luz.
El encendido de la llama de aceite se acompañaba de una serie de oraciones sencillas que cualquiera de la casa podía realizar mientras bajaba la luz natural.

Con la aparición del cristal, las lámparas incorporaron fanales para proteger las llamas de las corrientes de aire y los diseños se enriquecieron  con novedosas formas obtenidas a partir de la técnica del  soplado.

Cada cultura y sus particularidades regionales incorporaban  rasgos especiales a los diseños, vinculados a las formas de la naturaleza vegetal o animal, a los ciclos de mareas,  fenómenos naturales y otros.

A continuación una breve muestra de algunas piezas pertenecientes al MMAM[2] de Legedan 


Lámpara de aceite con fanal.
Isla de Ekerán, Yacimiento de Nusia. Circa -200.

Pedestal de oro de Metón con aberturas inferiores para mejorar 
la combustión.
Recipiente interior de cristal coloreado en técnica de soplado 
sobre soporte de oro.
Fanal removible en cristal  soplado (se los ha encontrado también 
tenuemente coloreados).
Apoyos del pedestal  simulando patas de batracios en 
alusión a las criaturas nocturnas.

L.A.1523.M


Lámpara de aceite simple
Yacimiento IV del río Moderán medio. Circa  -250


Botella de cristal  soplado con tapón de oro roscado y pedestal  
fijo, también de oro.
Sobre el cuerpo de la botella se observa grabado de las posiciones astrales 
de Etosia, durante el  Ciclo del  Año Mayor.
Su uso se hacía los días correspondientes a las celebraciones de las distintas 
posiciones de la estrella, en conjunto con las lámparas nocturnas 
comunes.

L.A.2398.M

 
Lámpara de aceite colgante
Isla de Ekerán , yacimiento de Nusia. Circa  200

Fabricada en  ebók repujado (aleación equivalente al bronce terrestre) 
y armada a partir de dos hemisferios unidos por soldadura.
En su  hemisferio inferior se ha burilado el  ciclo de las fases de 
Sîma, donde la luna se ha representado con incrustaciones de 
marfil de Ekerán.
Este tipo de lámpara se colgaba en  el  interior de un nicho u 
hornacina.
Los cordeles que la sujetan son  de crin trenzada de lenuro y el  
remate de la tapa es una incrustación en piedra negra semipreciosa 
en forma de esfera.
La terminación pulida de la lámpara tiene detalles de repujado áspero 
que coincide con los soportes.
El brazo del quemador remata en un mechero con motivo floral.

L.A.7532.W



Lámpara de aceite sobre plato.
Valle de Inube, yacimiento VII. Circa -430

Botella de cristal soplado traslúcido y tapón de oro de Metón, 
ajustado con guarnición de fibra vegetal.
Trípode  fijado a plato de base también en oro de Metón, con 
grabados de signos místicos coincidentes con los meses del  
año metón.
La extremada delicadeza de la pieza está vinculada con los 
ámbitos y quehaceres femeninos.

L.A.2398.M



[1] BUNGES Jorge Luis. Los laberintos de Metón. Sudamericana. 2171. Buenos Aires. Bunges advierte que la vocación nocturna de los metones, más que una necesidad fisiológica es al fin una necesidad metafísica de conectarse con la vida onírica.
[2] Museo Metropolitano de Arte Metón.

3 comentarios:

  1. Cada vez me asombro mas de tu creatividad e imaginación, además de una gran investigación que estoy segura que haces, felicidades y no abandones, te sigo.

    Marta

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  2. Aleluya, "hemos" vuelto!!!!

    Qué súper sorpresa!!!
    No sé si será porque hace rato que no había aportes de Furnessi aquí o por qué extraña sublimación espacio-temporal, pero esta entrada me pareció genial. Y mucho más:

    "Ver" a Etosia gigante en el cielo de Metón, tratar de imaginar las poesía de Belisio de Yilur, acompañar a los habitantes -corriendo como ellos- a recoger flores del agua y participar del sacrificio -ésto no tanto- de los animales fue realmente un encuentro con la magia.
    Conocían el feng shui los metones? Digo por la ubicación del mobiliario en relación a la salida del sol...

    El acto de regalar la lámpara de aceite -el simbolismo que guarda- elaborada con propias manos agranda todavía más el espacio donde el lector se siente un invitado a este banquete de sensaciones.

    HERMOSA descipción, Furnessi!!! Me alegra tanto que haya vuelto :))))

    J&R

    PD: Me gustó tanto esta entrada que estaría escribiendo sobre ella muco más.

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    Respuestas
    1. Si hay deseos de escribir, bienvenida. Este Atlas es un compendio de todo lo escrito sobre Metón. Furnessi es sólo un personaje de este universo.

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