“Iabo utdedra libelabel Ulden nat oikomenikat Elo, un nat nira bo drameg Gunden u antromorfikat Gemen”

Da lef Ianda bo Darg. Ursula K Le guin

octubre 01, 2009

Los metones

Tal como se menciona en las historias del Ecumen , la teoría de la siembra de humanos en el universo tuvo particularidades especiales en Metón, como las tuvo en Gueden, la Tierra o en Hain.
Sin ir más lejos, si el caso de Gueden con su curiosa fisiología humana basada en la ambisexualidad, resulta curioso para el resto de humanidades del universo conocido; no menos curioso es el caso metón, donde la fisiología a tomado otras iniciativas respecto a los individuos.


Efectivamente, los humanos de este mundo inician su vida como seres ambiguos sin género determinado, adquieren la madurez sexual convirtiéndose en mujeres o varones activos, atraviesan un período de transición breve en que vuelven a ser sexualmente inactivos; transitan luego hacia el sexo opuesto como adultos para terminan su vida en otra etapa infértil y senil.


La infancia abarca desde el nacimiento hasta la pubertad que se produce alrededor de los 15 años.
A partir de este momento el individuo entra en la pubertad o “esemi” y en una fase femenina o masculina activa desarrollándose como una mujer o un hombre capacitados para concebir descendencia. Esta fase se extiende hasta aproximadamente los 25 o 30 años.
Alcanzada esta edad, el individuo entra en una fase de transición en que normalmente es infértil durante un par de años y sufre una serie de cambios hormonales y físicos que lo preparan para una nueva fase femenina o masculina en adultez, pero con el sexo opuesto al que tenía cuando se desarrolló.
Durante esta etapa de su vida y hasta los 50 o 70 años aproximadamente, el indivi-duo será una mujer o un varón también apto para engendrar pero de sexo opuesto.
La etapa de vejez, inmediata a la de madurez, trae nuevos cambios funcionales que retrotraen al individuo a una fase infértil, hacia el final en su vida.


Al igual que en la humanidad terrestre, los sexos están latentes en el individuo, aunque no de manera permanente sino en forma sucesiva, o para usar un término terrestre, los metones son transexuales naturales.


Pero, a pesar de esta transexualidad fisiológica, se dan casos en que un individuo permanece toda su vida en la fase femenina o masculina hasta la vejez. Este fenómeno es llamado de “giria” o nodrizazgo y convierte a las mujeres perpetuas en personajes venerados por la sociedad, con carácter de elegidas. En casi todas las culturas regionales de Metón estas nodrizas tienen privilegios y tratos especiales por parte de la comunidad. En el caso de los hombres, se llaman “alidanes” u “hombres perpetuos” y al igual que las mujeres, asumen roles de padrinazgo o educadores.


Respecto de la formación de las parejas, la fisiología transexual hace que las relaciones resulten de lo más curiosas para la antropología.


Según esta manera de madurar y transitar de un sexo al otro, la etapa activa femenina está representada por individuos jóvenes y fuertes que procrean en la mejor edad de la vida y que, a su vez, al convertirse en varones, lo hacen en una etapa igualmente plena para la actividad sexual.


Durante la etapa inicial femenina, es decir, hasta los 25 años, las relaciones no siempre devienen en embarazos. En su lugar las mujeres metonas tienen un estado de falsa gravidez llamado “mirio”, donde además de suspenderse el ciclo menstrual que depende del ciclo lunar, se prepara el cuerpo para el embarazo real. El “mirio”, duraba entre 3 y 6 meses y según datos rescatados de escritos originales, las mujeres que no tenían estos falsos embarazos, eran tratadas médicamente previendo la posibilidad de no poder concebir en forma natural.


El periodo intermedio o "erio", resulta traumático para los individuos ya que la vida en general se trastoca con el cambio. Esto se manifiesta con estados de disminución del ritmo vital, depresión pasajera, angustia y otros signos menores. En muchos casos, individuos solitarios o libres de responsabilidades recurren a los “Hospicios de erio”, donde a manera de retiros, esperan los cambios fisiológicos de la fase siguiente.


Este proceso de transexualización, puede evitarse con hormonas pero representa un tabú importante porque plantea un desafío a la autoridad de las nodrizas o maestros que han llegado a serlo por razones naturales.


Este cambio hacia la fase siguiente está fuertemente relacionado con el ciclo del Año Mayor, ya que durante el máximo acercamiento entre Metón y Etosia , se intensifican estos cambios sexuales en la población en edad de “erio”.


Durante las etapas de desarrrollo y de “erio” los órganos sexuales cambian de manera dramática. En estas etapas de la vida de un metón, el clítoris puede desarrollarse hasta convertirse en un pene normal y con capacidad de erección, mientras los testículos descienden de su ubicación dentro del bajo abdomen junto a los ovarios, a la vez que estos se reducen y atrofian. El útero se modifica avanzando hacia la vulva que termina por integrarse a los tejidos externos de los testículos. Los senos convierten la grasa en masa muscular, en tanto que las glándulas mamarias desaparecen. Aparece el vello facial y en el resto del cuerpo y la voz se agrava al desarrollarse la caja toráxica y la traquea. Al final del proceso, que dura aproximadamente un año, el individuo es un varón integro y sus apetencias sexuales se definen hacia el sexo opuesto.
Si el caso es inverso, los atributos masculinos se repliegan en el cuerpo del individuo, la masa muscular se cubre de grasa y las glándulas mamarias se desarrollan sobre los pectorales, el pene se repliega y desaparece dentro de la cavidad vaginal, en tanto que las caderas se ensanchan para preparar la cavidad donde podrá albergarse un embarazo. Esta fase final luego del “erio” se denomina “desemi” o segundo desarrollo.


Respecto de la formación de las parejas y su permanencia en el tiempo, no tiene comparación con las relaciones entre individuos monosexuales. Una mujer puede hacer pareja con un hombre, ambos recién iniciados y luego de que la esposa transite a la fase masculina, permanecer en pareja junto a su marido original.
Cabe aclarar, que la homosexualidad no tiene en las culturas metonas las mismas connotaciones que en las terrestres.
En la mayoría de los casos, la pareja se disuelve y la mujer o el hombre, transexuados, buscan hacer pareja con otros individuos. El término iniciado, tal como se usa en este texto, está traducido del proveniente del idioma de Zélidar que es “esemi” y que se usa tanto para la mujer como para el varón, vírgenes de contactos sexuales.
Los hijos resultantes de estas uniones son criados por sus padres en los sucesivos estados que estos asumen, estableciéndose siempre familias multitudinarias, donde la pareja fija es una excepción y donde cada individuo puede haber concebido hijos en su etapa “esemi” para luego engendrar más con otra pareja en su fase siguiente.
Se han observado registros de familias de hasta tres generaciones donde abuelos, padres, hijo y nietos han convivido en una misma casa con respectivas parejas y ramificaciones secundarias.
En otros casos una mujer transita hacia la masculinidad sin haber concebido hijos y se transforma en padre en una nueva relación.
El celibato es común en algunas culturas del planeta pero no está vinculado a preceptos religiosos sino más bien a filosofías de vida de cada grupo cultural.
Los complejos de Edipo y Electra, profundamente estudiados en la psicología terrestre tienen otras derivaciones en la psicología metona.




1 comentario:

  1. Qué buen capítulo!!!! La descripción al detalle del proceso vital de los individuos, muestra una investigación profunda, aplaudo a Ernesto Furnessi.
    Excelente trabajo, che, me encanta, sigo, sigo.....

    Beso
    Jeve.

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