“Iabo utdedra libelabel Ulden nat oikomenikat Elo, un nat nira bo drameg Gunden u antromorfikat Gemen”

Da lef Ianda bo Darg. Ursula K Le guin

septiembre 19, 2009

Poblamiento de Metón

La diáspora que se iniciara allá por el - 2000, luego del Gran Diluvio, terminó su ciclo repartiendo la población humana por todos los rincones de Zelidar en forma pareja. Inicialmente, a partir de la llanura central del Moderán y luego en un contacto estrecho con la costa marítima, cerrando el en círculo en ambas direcciones.
Las poblaciones formaron un tejido de pequeños núcleos urbanos (“elda” de 200 a 300 habitantes), que eran encomiendas mandadas por las Drimas, con colonos voluntarios que buscaban nuevos territorios fuera de la ciudades consolidadas, para emprender explotaciones por cuenta propia.
La dispersión de los grupos humanos, estos en relaciones familiares, tribales o gremiales, tenia pautas claras de ubicación, vinculación y distancias con las poblaciones existentes.
El número de habitantes a que llegaba una población que se transformaba en ciudad era y fue hasta los tiempos contemporáneos de un promedio de 500.000 hab., siendo de 700.000 hab. la población de una ciudad grande y terminal. Se pueden comprobar muy pocos ejemplos en el planeta, como lo fueron Exegis, Edú, Légedan, Emenú y otras; que por ser capitales de las Drimas Continentales o de la fluctuante Drima Universal se sobrepoblaron en forma excepcional.
El resto de asentamientos se mantuvo siempre en los márgenes rurales, donde el terreno libre rodeaba a las construcciones habitadas, el casco urbano no tenia más de 1 km cuadrado de superficie, alrededor del cual las construcciones se raleaban en una transición gradual con el campo, para terminar disgregándose junto a pequeños caminos secundarios.
El caserío fundacional, aquel que prosperó junto al río madre de la civilización a partir de un patio común donde se procesaban los alimentos obtenidos de la caza y de la tierra; evolucionó en una plaza organizada a partir de una cuadricula, que resultaba la más sabia y racional de las maneras de apropiarse del territorio vacío.
Zelidar se cubrió de una red urbana generada a partir de núcleos total o parcialmente autosuficientes, que configuraron hasta la fecha que precisa este período, una entidad regional cerrada sin cambios gruesos a través de la historia. Este límite de la civilización creó las condiciones para la búsqueda de otras tierras más allá del mar.
Las exploraciones aventureras y desorganizadas con resultados nulos o desconocidos, se organizaron luego del perfeccionamiento de la navegación con la vela triangular; la búsqueda obsesiva de otras tierras y de otros hombres fue el motor filosófico de la movilización.


El surgimiento de las ciudades metonas.


La colonización del territorio, a partir de sucesivas avanzadas sobre un continente vacío de pobladores ha sido la pauta maestra que contribuyó a definir las ciudades metonas. Según este principio, cada ciudad nueva se fundaba a partir de otra que era su inmediata antecesora y fuente directa de insumos e influencia.
Por otra parte, la fundación a partir de un prototipo madre, habría producido sutiles cambios acumulativos; algo así como un efecto "copia de copia"; que habría perpetuado patrones pero no soluciones específicas para cada caso.
La mayoría de las cartas fundacionales de las ciudades eran compendios de normas para el trazado y distribución de barrios y edificios principales; se escribían en el mismo plano fundacional y eran fruto de muchos años previos de estudios, en que los grupos de avanzada que llegaban al lugar, observaban el terreno, verificando los cambios de clima, el suelo y los accidentes geográficos, terminando por conocer a la perfección cualquier detalle del posible sitio de fundación de la ciudad.
Desde el origen protohistórico estos estudios se hicieron en forma prolija y concienzuda, abarcando desde las razones concretas y comprobables, hasta las místicas y religiosas.
La Carta Fundacional fue un documento tan serio como las Cartas magnas de los países modernos de la Tierra. Era un documento de hermosa diagramación y abundante colorido. Su consulta era permanente y su custodia estaba a cargo de la Drima Urbana. No tenía carácter permanente y contrariamente crecía y se enmendaba con la evolución de la ciudad. Sus ordenanzas conformaban las leyes matrices para el resto de la legislación de convivencia.
En ella se asentaba el espíritu de gestación de la ciudad con sus proyecciones y anhelos, combinando urbanismo y modelos existenciales colectivos, como nunca se había observado en el universo conocido.
El tamaño final de la ciudad, desconocido y despreciado en las fundaciones terrestres, constaba en la carta como un dato a considerar. La responsabilidad de la nueva urbe, de extender la colonización, fundando otras poblaciones, también quedaba explícita en la Carta y era una ley ineludible cuando se trataba de un mundo vacío de pobladores.
El resultado formal, el perfil, los edificios, las calles, plazas y solares quedaba en manos de los arquitectos y agrimensores que manejaban el cúmulo de normas de la Carta, derivadas de la experiencia de aquella primera avanzada o "Elda".
La “elda”, esa población precaria, donde se albergaban los Pioneros de Fundación, era casi siempre un conjunto de tiendas y carros que se levantaban en el primer lugar de interés para la comitiva, se agrupaban alrededor de un circulo amplio y se constituían en Drima para iniciar los trabajos y estudios.
El centro del círculo era ocupado por una hoguera que ardía durante la noche y alrededor se ubicaban los pioneros, sus animales, armas e instrumentos según se necesitara.
Eran necesarios varios años antes de llamar a las primeras partidas de voluntarios para la población definitiva.


La ciudad de Erindar.


Esta hermosa ciudad, llamada Kerul en su fundación, existió desde los primeros años luego de la dispersión producida por el diluvio. Estaba situada a orillas del río Kerulén, exactamente sobre la línea del ecuador y a unos 1000 km del mar, río arriba.
Los fundadores habían elegido una estratégica curva del cauce, ni bien este se encontraba con el llano, luego de salir de entre los valles y allí habían trazado la ciudad como un damero prolijo salpicado de verdes arboledas. Su enclave respondía a la última avanzada frente a los montes desconocidos y poco a poco a lo largo de la historia, la ciudad y sus poblados cercanos fueron tomando fuerza como una región con autonomía propia.
El destino quiso que su situación; en el gigantesco arco que la cordillera de Bantisia hace hacia el norte para formar la península Enisôr; la transformara en paso obligado tanto para bordear la cadena como para atravesarla. Las pujas políticas entre los representantes de la Drima Regional y la Drima Urbana, definieron su capitalización hacia el año -915.
La ciudad mientras tanto reformó sus edificios institucionales, amplió sus límites y se preparó para ser durante varios años la capital de la "Región de Kerulén y cordillera de Bantisia".
Tuvo a su cargo toda la conquista y población al oeste de la cordillera, la península Enisôr y los territorios hasta el río Klen. El asentamiento límite sobre este río, la ciudad de Sepia, fue la hegemonizadora de las otras poblaciones menores, se configuró como capital de "Región menor", por fin formó Drima hacia el año -820 y signó su desarrollo como capital regional autónoma.
Las independencias adquiridas sucesivamente, en la medida que los territorios se ocupaban, traía aparejada una permanente migración de habitantes de las ciudades más viejas, especialmente beneficiados al decidir poblar los nuevos territorios.





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